Carlos Chaccour superó una pandemia, un huracán, dos inundaciones y una epidemia de cólera para demostrar que la ivermectina ayuda a combatir al mosquito transmisor de la malaria.
El científico venezolano, de 45 años, partió de una pregunta en apariencia simple: si la ivermectina mata los piojos, que son insectos que se alimentan de sangre, ¿podría acabar también con el mosquito Anopheles , que transmite la malaria cuando chupa sangre?
Cuando se hizo aquella pregunta, al inicio de su carrera científica hace 18 años, nadie había demostrado que la ivermectina podía actuar como un insecticida alojado en la sangre.
La primera oportunidad de explorar esa intuición surgió en 2007, cuando comenzó el posgrado en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, después de haberse graduado

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