El asesinato de Javier Vargas Arias, empresario citrícola de 43 años, encendió las alarmas entre productores de naranja en la región norte de Veracruz y se suma a una serie de agresiones contra líderes agrícolas a nivel nacional, como el reciente asesinato de Bernardo Bravo Manríquez, en Michoacán.
El ataque armado, perpetrado en plena vía pública mientras realizaba actividades comerciales, no solo representa una pérdida, sino que reaviva el temor latente entre quienes trabajan la tierra en un contexto de violencia en los campos agrícolas y ganaderos del norte de Veracruz, asechados por las organizaciones criminales Mafia Veracruzana y Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
En Álamo, donde la citricultura es motor económico y símbolo de identidad, los productores viven la tragedia de ha

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