La cocina moderna dejó de ser un espacio meramente funcional para convertirse en el corazón del hogar: un ambiente de encuentro, conversación y disfrute cotidiano. Este cambio de paradigma trajo consigo una nueva forma de pensar el diseño, donde la estética y el orden son tan importantes como la practicidad.
Los especialistas en interiorismo coinciden en una premisa clave: reducir el “ruido visual”. En otras palabras, minimizar la exposición de objetos, utensilios y envases que interrumpen la sensación de limpieza y amplitud. Y, en ese equilibrio delicado entre belleza y funcionalidad, hay un elemento que suele romper la armonía: el tacho de basura a la vista.
Tradicionalmente colocado junto a la pileta o en un rincón poco pensado, este objeto cotidiano desequilibra el diseño visual y oc

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