uien un día fue inquilino en el lujoso Palacio del Elíseo, entre banquetes, alfombras rojas y muebles de diseño, hoy duerme en una celda de nueve metros. El contraste debe ser, sin duda, un golpe al hígado.

Nicolas Sarkozy ingresó el pasado martes en la prisión de la Santé, situada en el barrio de Montparnasse de París, condenado a cumplir cinco años de encierro por el delito de asociación para delinquir, entre acusaciones de f de su campaña de las presidenciales de 2007, en la que venció a la socialista Ségolène Royal.

A su llegada a la prisión, Sarkozy fue sometido a los procedimientos habituales: registro de huellas, foto, control médico y asignación de celda. Como era de esperarse, el ex presidente fue ubicado en el «ala de personas vulnerables», una sección especial reservada a recl

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