Es un parterre desértico, a excepción de un rincón donde crece un tímido manojo de pensamientos morados. Sobre la tierra, clavado, un cartel en difusos trazos rojos, reza: 'no regar'. Han debido hacer caso omiso de la advertencia, porque las florecinas aquí están. Parece que alguien ha estado cuidando de ellas. En derredor crece cuidado césped al pie de alguna que otra palmera. Un jardín más, de no ser porque se encuentra en el recinto de un centro penitenciario al que solo trabajadores, familiares, amigos, y algún interno con algo más de libertad, pueden acceder. Camino con los familiares que dialogan con naturalidad. Todo parece normal, salvo esos barrotes de hierro que chirrían indolentes al desplazarse. Es ecuador entre la prisión y la libertad. Entre su mundo y el nuestro. A mi lado u
No regar
La Nueva Crónica13 hrs ago48


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