Luisa Cantero nunca había viajado, nunca se había pintado los labios, nunca había estado en los brazos de alguien, nunca había conocido el amor. Dejó apagar sus sueños para cuidar de sus padres y luego, a los 40 años, para ocuparse de un pequeño, su sobrino nieto, Miguelito , a quien el padre no podía atender porque trabajaba mucho.

Dedicó toda su vida a cuidar a los demás. Hasta que, ya muy mayor, pasó a necesitar que cuidaran de ella. Quien lo hizo fue Miguel, ese niño agradecido que se propuso hacer vivir a su Tata todo lo que ella había perdido en su juventud . Miguel Ángel Muñoz ya era, para entonces, un actor consagrado , con contratos en España y en otros países como México.

El joven artista comenzó por invitarla a pasear por el mundo, decidido a hacerle cumplir algunos de

See Full Page