El chef brasileño David Hertz utiliza el poder de la comida para transformar la vida de las personas que viven en comunidades vulnerables. A principios de los 2000, impartía clases de cocina tanto en una favela de São Paulo como en una universidad y empezó a ver la cocina como una forma de reconectar a las personas con su propio potencial. «Empoderar a los jóvenes a través de la educación culinaria se convirtió en un acto de reparación social», cuenta quien impulsó Gastromotiva y este martes estará en la Laboral de Gijón como ponente de Madrid Fusión Dreams Asturias.

–¿Cómo cuenta su mensaje en lugares donde comer se mira más desde el disfrute?

–En el mundo occidental, la comida suele asociarse con el placer, el estatus y el consumo, pero también está condicionada por la geografía, la id

See Full Page