Los acordes del himno apenas se escuchaban en mitad de la estruendosa pitada que salía de unas gradas decepcionadas, muy molestas, por lo recién presenciado. Una reacción generalizada comprensible dado el paupérrimo rendimiento del Athletic , aunque la bronca tuviese diferentes destinatarios, entre ellos el árbitro, detalle este que pone de manifiesto hasta qué punto se incrustó en la afición el sentimiento de impotencia generado por el desarrollo del partido. El juez poco o nada tuvo que ver en la derrota, un desenlace propiciado por los méritos del Getafe en la versión más ambiciosa que se le recuerda. La cuadrilla de José Bordalás hizo que fuese imposible mencionar en clave positiva siquiera un aspecto del trabajo de los futbolistas de Ernesto Valverde.

Pese a que, dado el es

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