Al hilo de la polémica generada por el director del Instituto Cervantes en relación con la Real Academia Española me surge una gran preocupación sobre lo que, al margen de la polémica, pueden significar algunos intentos de intervenir políticamente en la lengua, en el diccionario y, en última instancia, en la manera misma de pensar y expresarnos. Lo que está en juego no es una disputa terminológica, sino la libertad lingüística de una comunidad que, a lo largo de siglos, ha hecho del español un patrimonio común, vivo y plural. El debate sobre el llamado lenguaje inclusivo es una de las manifestaciones más visibles de esta deriva. Bajo el loable propósito de promover la igualdad, se intenta imponer una forma de hablar que responde más a una determinada ideología que a la evolución natural de
La profecía de Orwell
LA RAZÓN Opinión10/25
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