Siento volver sobre el aborto porque intuyo que a unos molesta tan espinoso asunto y a otros, encantados, les viene bien para agitar el patio político, marcar diferencias y descolocar al adversario, aun a costa de la vida del no nacido y de la dignidad de la mujer. No entro en esa forma de hacer política, pero si insisto es porque mal, muy mal vamos si nos acostumbramos y por eso recuerdo siempre que puedo la realidad de más de dos millones de vidas humanas destruidas desde 1985.

El aborto no es un debate superado pese a que ante ese drama se haya desarrollado una piel de rinoceronte. En el fondo esa conciencia acorchada, insensible, no se basa en que se tenga abortar como un derecho, sino que es el fruto de que haya ido cuajando una interpretación amoral de la sexualidad en la que el abo

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