Diversos análisis ya demostraron que el ciclo recesivo alimentado por la devaluación de diciembre de 2023, más el shock inflacionario que provocó en los tres meses posteriores, no se resolvió con un rebote y recuperación (una trayectoria económica con forma de V corta) como prometía el gobierno. Al contrario, tras la caída inicial y un período siguiente de estancamiento (en forma de L mayúscula, gráficamente), lo que ocurrió a partir de abril de este año fue una profundización de la crisis y recesión. El reflejo inmediato fue (y sigue siendo) la caída en el poder adquisitivo y, consecuentemente, en el consumo; menor actividad en gran número de actividades productivas (con cierre de empresas o conversión de productores a importadores) y escasísimo nivel de actividad en el comercio.
Sin emb

Página/12 Economía

Slate Magazine
Essentiallysports
AlterNet