La furia del río Magdalena, exacerbada por las intensas lluvias y la creciente inestabilidad de sus orillas, ha sumido al municipio de El Peñón, Bolívar, en una crisis inminente. Centenares de familias viven bajo la sombra de la destrucción, con la tierra cediendo día tras día en al menos siete puntos críticos identificados.
Las comunidades de Batallé, La Humareda y Peñoncito se encuentran en la línea de fuego. Lo que comenzó como un problema de orilla se ha convertido en una amenaza existencial: la pérdida inminente de viviendas, animales de subsistencia y extensas áreas de cultivos básicos que sostienen la economía local. Si no se contiene, el desastre se extenderá a San Martín y Barranco de Loba.
El alcalde Luis Alberto Centeno lanzó un grito desesperado al gobierno nacional: «¡El a

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