Escribía Sergio del Molino en 'La España vacía' que «existir en la memoria es una de las formas más poderosas de existencia que conocen los humanos». Lo que sucede con la memoria es que es un concepto de fronteras difusas y existe como capacidad particular, pero también como identidad colectiva de una tierra cuyo pasado corre el riesgo de ser azotado por el ingobernable olvido. Por eso, cuando aparecen figuras que, sin procurarlo, se presentan como guardianes de la misma, es fácil laurearlos, admirarlos; valorar ese oficio ejercido con firmeza para preservar la que es una de las formas más poderosas de existencia que conocen los humanos. Quizá hablar de figuras así, en plural, es demasiado generoso, pues no existen demasiadas como la encarnada por Fulgencio Fernández. Lo dice todo el mundo
Los caminos de Ful son inescrutables: recorriendo León en busca de uno de sus personajes
La Nueva Crónica10/2625


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