Cuando se publicó en 2006, La carretera tocó un nervio de época con su parquedad apocalíptica de lazo filial, se convirtió en una de las novelas más icónicas de Cormac McCarthy y mereció una adaptación esmerada al cine (por John Hillcoat, en 2009).

Ahora el trasvase se da en el lenguaje hermano de la historieta, de la mano de uno de los autores prototípicos del actual cómic europeo, el francés Manu Larcenet (1969). Combinando su pulsión por las adaptaciones (El informe Brodeck) con la de viajes iniciáticos (Blast), Larcenet construye una obra potente y de épica contenida, amparándose en las secuencias, los silencios y unos diálogos reducidos al hueso.

La metáfora ósea no es gratuita en una historia agónica en que un padre y su hijo quedan librados al hambre y a la intemperie tras el adve

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