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A media noche, a Diana Betancourt, de 36 años, profesora y estudiante doctoral, se le interrumpía el sueño. Llegaban las 3:00 de la madrugada y se le hacía imposible dormir. No era hasta -mas o menos- las 4:00 de la mañana cuando lograba cerrar los ojos y conciliar el sueño durante un tiempo breve.
Además de la falta de descanso, Betancourt comenzó a sentir otros síntomas, como corrientazos en el cuerpo y movimientos involuntarios. Fue luego de visitar varios médicos cuando se le diagnosticó el insomnio, y una psicóloga también le identificó episodios de ansiedad.
Su caso se suma a lo que varios profesionales de la salud ya denominan como una epidemia de sueño pobre que deteriora la salud física y mental de los puertorriqueños, y que según señalan continúa en aumento.
El cardiólo

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