A finales de 2013, luego de más de seis meses de reporteo con distintas fuentes en Michoacán y Ciudad de México, publiqué (en Milenio, donde trabajaba) datos de inteligencia de los cuerpos de seguridad del Estado mexicano acerca de lo que llamé “el gran banco central” del crimen organizado , en concreto del cártel de Los Caballeros Templarios , que a la sazón literalmente gobernaba en Tierra Caliente. No era metáfora: los delincuentes tenían al menos mil millones de pesos de ingresos al año por extorsiones.

Sí, mil millones.

¿De dónde venía todo ese dinero? De los calentanos productivos, pero extorsionados: de los productores de aguacate, limón y mango. También de los ganaderos, de los aserraderos y de la minería.

Cuatro ejemplos. Uno: en 2014, en los 15 aserraderos que había en

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