En Ispaster , el caserío no es solo arquitectura: es memoria construida. Su estructura conserva la huella del tiempo y del modo de vida que modeló el paisaje y la identidad del pueblo. En este municipio del noreste de Bizkaia, los caseríos no son la excepción, sino la norma, y en ellos puede leerse la evolución de la arquitectura rural vasca a lo largo de los siglos.

En la jornada celebrada ayer, dentro de las Jornadas Europeas de Patrimonio de Bizkaia 2025, medio centenar de personas —entre ellas la alcaldesa de Ispaster, Garbiñe Saenz de Buruaga , y la diputada foral Leixuri Arrizabalaga — recorrió parte del municipio para descubrir, sobre el terreno, esa historia arquitectónica. La cita no solo ofreció una lección de arquitectura, sino también una forma de mirar el territorio

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