Es muy habitual ver a acusados que se comportan con muchísima educación y casi como mosquitas muertas cuando se enfrentan al juicio , con la esperanza de que una buena imagen y comportamiento les sirvan para dar un poco de pena y evitar una condena o para reducirla, pese a que no suele ofrecer resultados efectivos. Pero lo que sorprende es presenciar lo contrario: una actitud violenta o maleducada ante las personas que les van a juzgar.

Es lo que hizo hace unos días Dorleans Philidor, según explica el diario Miami Herald . El hombre, de 33 años, era un preso que estaba siendo juzgado en Miami (Florida, Estados Unidos) por un presunto robo, cuando, durante el juicio ya en la sala, hizo algo que dejó estupefactos a todos los presentes, tanto por el hecho como por el lugar

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