El fútbol moderno se juega y se arbitra en riguroso diferido. Existe un decalaje entre la vida y el marcador. Hay que esperar, poner en pausa las emociones. Y si celebras en directo puedes quedar desfasado en cuestión de segundos. Todo se decide lejos del césped y a cámara lenta, lo que desnaturaliza lo que sucede en el estadio. Cinco veces rectificó Soto Grado sus juicios en vivo a instancias del VAR. Por recomendación desde el pinganillo, dejó sin efecto un penalti que él ya había señalado , anuló tres goles por fuera de juego gracias al semiautomático y después acabó decretando pena máxima por un impacto con el brazo de Eric Garcia tras dos rebotes. Es la nueva religión, la de las repeticiones y las imágenes congeladas.
Como todo en el campo hay que cogerlo con pinzas, lo único que

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