De chimpancés a abejas, la ciencia revela que la metacognición no es patrimonio exclusivo del ser humano

Estamos en 2005, en Bethesda, un suburbio al noroeste de Washington D. C. Allí, en un Laboratorio de Neurofisiología, está a punto de producirse una serendipia: un hallazgo inesperado que surge por casualidad.

Un macaco rhesus macho de seis años participa en una prueba cognitiva conocida como matching-to-sample , diseñada para evaluar la memoria. El procedimiento es sencillo: en la pantalla táctil aparece una imagen que el animal debe tocar dos veces para continuar. Después, la pantalla queda en blanco durante un intervalo variable —0, 2, 4, 8, 16 o 32 segundos—. A continuación, se muestran cuatro imágenes en las esquinas y el mono debe elegir aquella que coincide con la que vio a

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