Bajo el sol del Alto Valle, mientras se levantaba la imponente estructura del Dique Ballester, una obra paralela empezaba a trazar el futuro del riego en la región: la construcción del Gran Canal. Era una empresa monumental, destinada a garantizar que, desde el primer día de funcionamiento, el dique pudiera alimentar con agua al canal principal.

La construcción del Gran Canal

La tarea recaía nada menos que en la Empresa del Ferrocarril Sud, que aceptó el desafío sin cobrar por la obra, limitándose a facturar el transporte de materiales —varios de ellos llegados desde Inglaterra—. Contra todo pronóstico, el canal estuvo terminado en un plazo sorprendentemente corto, un logro que asombra aún hoy por su escala y complejidad.

Los trabajos se desplegaron desde dos frentes: uno desde el diq

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