Los productores agrícolas en Michoacán y otras regiones de México están sufriendo un asedio criminal constante. Esta situación ha llevado a muchos a replantearse su futuro en la agricultura. Algunos de ellos consideran que sería más seguro y viable dedicarse a otra actividad, en lugar de arriesgar su vida por cosechar limones y aguacates.

El clima de violencia ha afectado gravemente la producción agrícola. Los agricultores se enfrentan a extorsiones y amenazas por parte de grupos criminales. Esta presión ha generado un ambiente de incertidumbre que impacta no solo a los productores, sino también a la economía local.

La situación ha llevado a un aumento en la migración de trabajadores del campo hacia otras actividades. Muchos sienten que la agricultura ya no es una opción segura. La falta de protección y el temor a represalias han hecho que algunos abandonen sus tierras.

Los productores piden más apoyo del gobierno para garantizar su seguridad y poder continuar con su labor. Sin embargo, la respuesta a sus demandas ha sido limitada. La comunidad agrícola se encuentra en una encrucijada, donde la pasión por la tierra se enfrenta a la dura realidad del crimen organizado.

La esperanza de un cambio parece lejana, mientras los agricultores continúan luchando por su supervivencia en un entorno hostil.