La cantidad de estímulos constantes a la que vivimos expuestos en el día a día, afecta más de lo que imaginamos: notificaciones, noticias, mensajes, y, sobre todo el bombardeo constante de información en redes sociales. En cuestión de segundos, podemos pasar de ver algo que nos causa risa a una publicación que nos indigna o nos entristece profundamente. Este vaivén emocional continuo puede ser uno de los causantes de esa sensación de vivir en una montaña rusa emocional.

Pasar de la euforia a la tristeza en cuestión de segundos, alternando momentos de entusiasmo con otros de desánimo absoluto. Su forma de comunicarse también cambia, el tono, la intención y la energía de sus palabras varían de forma constante, dejando a quienes las escuchan sin entender qué pasa.

La psicóloga Anna María

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