Mayrín Villanueva no buscó el silencio. Lo encontró, sin buscarlo, entre bloques de hielo que llevan mil años sin moverse, pero que, por primera vez en décadas, le permitieron moverse a ella.

Julia, su hija de 24 años, no creció viendo sus escenas más icónicas. No sabe qué pasó con la abuela en Amor Real , ni recuerda el vestido de encaje que usó en La Madrastra . Pero sí recuerda los dibujos: líneas azules en los márgenes de sus cuadernos, glaciares que su madre trazaba entre tomas, como si el papel fuera el único lugar donde podía decir la verdad sin que la cámara la juzgara.

En Vatnajökull , la masa de hielo más grande de Europa no habló. Tampoco lo hizo Julia. Solo se acercó, lenta, como quien se acerca a un recuerdo que nunca supo que había perdido, y apoyó su cabeza sobr

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