SAN FELIPE, México (AP) — “Up!” (¡Arriba!), gritó un biólogo mexicano ‘cantando’ la posición de la vaquita marina recién avistada en el Golfo de California, el único lugar donde sobreviven, durante una de las jornadas recientes de observación de este año. Los gigantescos binoculares de la cubierta del barco giraron de manera sincronizada hacia el lugar señalado, mientras un dron y un bote se acercaban al lugar.
Cuando los científicos y activistas regresaron a bordo de uno de los barcos de la ONG Sea Shepherd, que lidera junto a las autoridades mexicanas la observación del mamífero marino más amenazado del mundo, todos rompieron en aplausos y abrazos porque acaban de ver no solo a un adulto sino a una cría.
A bordo del barco Elián Antonio Gutiérrez, un joven de 21 años de San Felipe, Baja California, que participó en la expedición en septiembre, contó a The Associated Press que ya tenía “evidencia” para demostrar a otros pobladores "que la vaquita sí existe” porque algunos no creían que sobreviviera.
El martes, científicos y autoridades presentaron en conferencia de prensa los resultados de esa alentadora expedición. El número de ejemplares avistados fue entre 7 y 10, una cifra muy lígeramente superior a la de 2024, que fue entre 6 y 8, pero esperanzadora porque rompe la tendencia a la baja de los últimos años e indicaría que la población de vaquita se mantiene relativamente estable.
Barbara Taylor, una de las científicas que más años lleva estudiando este mamífero, dijo que la expedición fue “un éxito” porque los ejemplares se veían con buena salud, había dos crías y una vaquita parecía estar preñada.
“Hay esperanza para que la vaquita sobreviva”, dijo Pritam Singh, presidente de Sea Shepherd.
Pero la situación sigue siendo crítica. “La vaquita no se va a recuperar de hoy a mañana”, dijo Taylor. “Lo importante es mantenerlas fuera de las redes y dejar que se reproduzcan”.
En los últimos años, el número de vaquitas vistas había ido constantemente en descenso hasta ahora. En 1997 se contabilizaron 600 ejemplares, cien veces más que en 2024. Muchas quedaban atrapadas en redes ilegales que siguen utilizándose para pescar totoaba, un pez de tamaño similar a la vaquita, cuya vejiga natatoria es un carísimo manjar en China.
La totoaba también es una especie en peligro y aunque las autoridades intentan perseguir su comercio, controlado por el crimen organizado, su venta sigue siendo una lucrativa fuente de ingresos a la que algunos pescadores no han querido o no han podido renunciar.
Sea Shepherd lleva una década trabajando en el Golfo y, en los últimos años, opera junto con la Marina y las autoridades para desalentar la pesca ilegal pero los esfuerzos de protección han sido desiguales y en ocasiones se enfrentaron a la violenta oposición de pescadores locales.
La Marina aseguró el martes que ha ampliado las labores de vigilancia monitoreando más de 800 embarcaciones menores que se mueven en el área más protegida, que Taylor pidió que se amplíe porque este año encontraron ejemplares fuera de esa zona.
No bostante, las actividades clandestinas continúan. En septiembre, en San Felipe, cerca de las lanchas y redes decomisadas que se almacenaban en la base militar, el silencio de la noches se rompía con el trasiego de caminetas y lanchas de las que nadie quería hablar.
Lorenzo Rojas-Brancho, de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, recordó que uno de los grandes pendientes es desarrollar opciones sustentables para que los pescadores sustituyan las redes ilegales porque igual de urgente que proteger a la vaquita, es garantizar un sustento económico a la población.
Las autoridades ya empezaron a ofrecer algunas alternativas de empleo en periodos de veda.
Durante la expedición de este año, eran pescadores quienes instalaban diaramente los aparatos acústicos para detectar por dónde se mueven las vaquitas y quienes los recogían cada noche para trazar la trayectoria de observación de los barcos del día siguiente.
Otros grupos ayudaban a buscar y retirar redes ilegales que quedan perdidas en el mar.
“Al principio hubo mucha, mucha resistencia por parte del sector pesquero” porque a todos se les tachaba de estar involucrados en la pesca ilegal pero poco a poco la gente va concienciándose, dijo Ramón Franco, un líder de los pescadores en San Felipe que participaba en estos trabajos.
Una razón es que la pesca atrapada por métodos ilegales no puede ser exportada.
Pero los científicos urgen a atender la dimensión humana del problema. “La conservación no se trata solo de hacer ciencia en favor de los animales", comentó Taylor en septiembre. "Sobre todo se trata de cambiar el comportamiento humano”.
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La periodista de la AP María Verza colaboró con esta nota desde Ciudad de México.

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