Esta boutade de Pedro Sánchez , o salida de pata de banco en un lenguaje más coloquial, de querer terminar con el cambio de hora, dio ocasión para diferentes aproximaciones. En primer lugar, y va el burro delante, constatar que se trata de una simpleza digna del personaje. Los horarios de invierno y de verano contribuyen al ahorro de energía y permiten aprovechar mejor las horas de luz solar; lo que las personas normalmente quieren es tener luz mientras realizan sus actividades, ya sean de trabajo o de ocio (obviando el gusto por la vida nocturna y por salir de copas, que tanto nos caracteriza y que tan poco agrada al puritanismo progre). Es por ello que, desde hace más de cincuenta años, la mayoría de los países de la OCDE realizan el cambio horario anual, y desconsideran las cansinas apelaciones a los supuestos problemas de salud y a la alteración de los biorritmos por alargar una hora un día del otoño y acortar una hora un día de la primavera.
Pero todo eso le da igual a nuestro presidente; lo mismo que le da igual que los niños vayan al colegio de noche o que las personas que trabajan en el exterior tengan que esperar a que haya luz para iniciar la faena. La inexistencia de luz no es un problema para él, que es un infalible iluminado y que, como ya sabemos, siempre acierta, ya sea diciendo una cosa o su contraria. Su iluminismo pedestre y acientífico se asemeja al de Hugo Chávez que llegó a cambiar el huso horario solamente en media hora y que concluía que el día debía empezar cuando los venezolanos se despierten.
Pero, además, esta estruendosa y publicitada apelación a un tema tan nimio es obviamente un truco; una de tantas cortinas de humo que van desplegando desde Moncloa para que nos entretengamos con algo en lo que hasta el más zote va a tener y dar su opinión. Y es que esto del cambio de hora era un señuelo demasiado fácil y recurrente como para desperdiciarlo; esta semana les debía servir para que no estemos dándole vueltas a la comparecencia del jefe en la Comisión del Senado y, bien estirado, les debía llegar hasta noviembre en que tienen previsto volver a sacar con toda la fanfarria el comodín de Franco .
Con lo que no contaban en Moncloa es con que el retruécano de Míriam Nogueras iba a achicharrar la añagaza del cambio de hora e iba a poner la atención de todos en la anunciada reconvención otoñal de Junts , que se materializó en la reunión de ayer en Perpiñán. Otra cosa es que, como en la fábula de Esopo , la montaña haya parido un ratón y que el hecho de escenificar una quiebra en el apoyo al Gobierno apenas tenga efectos prácticos. Y es que parece que no tienen asumido en Junts que desde el acuerdo de investidura de noviembre de 2023 ya forman parte del sanchismo y que la absoluta prioridad del régimen, pasando lo demás a segundo plano, es la supervivencia del gran líder. Sin él no hay nada para nadie: ni prebendas, ni amnistías, ni cupos, ni excarcelación de terroristas, ni chiringuitos ecologistas y feministas, ni flotillas antisemitas, ni… «Todos somos contingentes, pero tú eres necesario» le gritaban al alcalde en Amanece, que no es poco.
Sí Míriam sí, por muy afectada y altisonante que te pongas, la hora del cambio que anunciabas la semana pasada va a ser tan inocua como la eliminación del cambio de hora que proponía Sánchez. Nadie cree que vaya a haber moción, como tampoco nadie cree que el presidente vaya a dimitir o convocar elecciones. Con la concepción providencialista de sí mismo, estar en la Moncloa, aunque sea sin gobernar, es su único fin; por eso puede pasar dos años más sin presupuestos e incluso sin pasar por el parlamento. Y si por acaso tuviera la necesidad de algún refrendo, pues pagará el precio que le pongáis, porque la moral laxa y los principios fenicios igual que ahora os permiten decir no donde habíais dicho sí, os pueden permitir decir sí donde ahora decís no.
Y por último, y ya que en este mes de noviembre se cumplen los 125 años del fallecimiento de Óscar Wilde , un apunte estético al video del presidente renegando del cambio de hora. Aparece sin corbata con un traje de verano de tres piezas; y en un color imposible que en la paleta RAL está entre el blue distante y el blue pastello, y en los vestidos de torear entre el azul soraya y el azul azafata ¡Uf, que pereza!

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