En estos tiempos inciertos y convulsos en los que no son pocos los que se arrogan la capacidad para poner remedio a lo que según voces autorizadas ha sido el mayor desastre sufrido en la cordillera Cantábrica, uno se siente decepcionado al comprobar cómo los debates siguen girando en torno a mangueras, cubas y helicópteros, en definitiva, en poner la venda en lugar de prevenir la herida. ¿Por qué arden nuestros montes? Por el mismo motivo por el que es tan elevado el precio de las viviendas en la ciudad. Recortar servicios en los pequeños pueblos sale demasiado barato para quienes toman la decisión. No conlleva desgaste político enviar a Argimira al sintrom a cincuenta kilómetros aludiendo al coste que supondría desplazar a un médico sólo para ella. Pero esa decisión tiene repercusiones vi

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