Lo que llamó la atención no fue el ruido, sino la ausencia de él. Las autoridades federales notaron que los remolques, aunque aparentemente vacíos, tenían un peso inusual. Al inspeccionarlos, descubrieron paredes falsas, construidas con precisión industrial, como si fueran parte del diseño original. Dentro, ocultas entre capas de acero y aislamiento, había más de 300 armas de fuego —rifles de asalto, pistolas semiautomáticas— y cientos de cargadores, balas de distintos calibres, y accesorios que no se venden en tiendas legales.
Detrás del volante de la Tahoe estaban Edgar Emilio Ramírez Díaz , de 26 años, nacido en Estados Unidos, hijo de un hombre con raíces profundas en el norte de México. A su lado, en la Silverado, iba Emilio Ramírez Cortés , de 48, ciudadano mexicano con resid

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