En la madrugada caribeña, el huracán Melissa, convertido en uno de los ciclones más potentes jamás registrados en el Atlántico, estalló sobre la isla de Jamaica con vientos de hasta 298 km/h y luego ingresó en la costa sur de Cuba, dejando un reguero de destrucción y provocando una crisis humanitaria de gran envergadura.

El fenómeno azotó Jamaica como huracán de categoría 5, el máximo en la escala de Saffir-Simpson, y lo hizo con una lentitud inusitada que amplificó sus efectos. Las lluvias torrenciales arrastraron barrios enteros, la electricidad se perdió en amplias zonas — más de 530.000 personas quedaron sin suministro — y los refugios se saturaron: cerca de 15.000 personas se encuentran alojadas temporalmente en centros habilitados.

El primer ministro jamaicano, Andrew Holness,

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