Cuba amaneció sumida en una de sus jornadas más difíciles de los últimos años, el huracán Melissa, con categoría 3 en la escala Saffir-Simpson, cruzó la región oriental de la isla dejando a su paso un panorama de destrucción, cientos de miles de evacuados y una sensación de alerta generalizada ante el poder incesante de la naturaleza.

Durante la madrugada, las ráfagas de viento, que alcanzaron velocidades de hasta 185 kilómetros por hora, arrancaron techos, derribaron árboles y dañaron gravemente la infraestructura eléctrica y vial en provincias como Guantánamo, Santiago de Cuba y Holguín, las intensas lluvias convirtieron las calles en ríos y los deslizamientos de tierra bloquearon caminos rurales, complicando el acceso a comunidades apartadas.

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