Escrita en el programa de residencias artísticas que viene desarrollando el Centro Dramático Nacional desde hace años, ‘Dibujo de un zorro herido’ es una obra bastante extraña y, hasta cierto punto, desconcertante. Su autor y director, Oriol Puig Grau , la define como “un relato sobre alguien que, jugando a ser otro, se habita a sí mismo por primera vez; un sueño lúcido sobre desear y desearse; una exploración tierna y violenta del acto de mirar”. Y asegura asimismo que se propuso, una vez que el proceso creativo estaba ya encarrilado, “explorar qué construye a una persona; qué articula cómo mira el mundo, y cómo se mira a sí misma”. Echo mano de sus propias palabras, porque a mí, francamente, me resulta complicado encontrar las mías para hablar de esta propuesta.

Quizá no esté hech

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