Fue algo más silencioso, más humano: una confesión que no buscó titulares, pero que se clavó en la memoria de quienes lo escucharon.

“ Sí, he sido infiel… qué te digo, mi debilidad son las mujeres ”, soltó sin pausas, como si ya hubiera rehecho esa frase en la ducha, en el auto, en las noches sin sueño. No fue una justificación. Tampoco un arrepentimiento en forma de discurso. Fue una declaración simple, casi desgarrada por su crudeza. Y en ese instante, el ícono del norte dejó de ser el cantante que llena estadios, y se volvió un hombre que lleva cicatrices que no se ven en los videos musicales.

La confesión llegó en medio de la promoción de Tragos amargos , su autobiografía que no es un libro de éxitos, sino un diario de errores. En sus páginas, no solo se revelan nombres, fechas

See Full Page