Mientras duermes, trabajan. Mientras compras, te protegen. Mientras celebras, velan por ti. Ahora, los profesionales de la seguridad privada dicen basta: merecen dignidad, respeto y el reconocimiento de una sociedad que no puede vivir sin ellos

Cada mañana, millones de personas atraviesan las puertas de centros comerciales, hospitales, oficinas y estaciones sin reparar en ellos. Están ahí, siempre ahí: los vigilantes de seguridad. Esos hombres y mujeres que mantienen sus ojos abiertos cuando los tuyos se cierran, que permanecen en pie mientras tú disfrutas de tus vacaciones, que velan por tu seguridad en cada concierto, en cada evento deportivo, en cada momento de tu vida cotidiana.

Pero hoy, estos guardianes silenciosos tienen algo que decir. Y es hora de que la sociedad les escuche.

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