El problema de los plásticos en los océanos del mundo se ha convertido en una herencia con una inercia temible. Incluso si la humanidad lograra detener de golpe todos los vertidos al mar, las consecuencias de décadas de contaminación se prolongarían durante más de un siglo. Los estudios más recientes calculan que, cien años después de que un objeto llegue al agua, cerca de un 10 % de su material original podría seguir flotando en la superficie, perpetuando un legado imborrable de contaminación .
De hecho, esta cascada incesante de microplásticos se alimenta del pasado. Los grandes objetos que fueron arrojados al mar hace décadas continúan su inexorable proceso de degradación, liberando constantemente nuevos y diminutos fragmentos que se suman a los millones que ya navegan a la deriva

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