A conceptos como suicidio, homicidio y genocidio el Tribunal Penal Internacional debería añadir el ‘semanticidio’, es decir, el asesinato del lenguaje. El mal uso deliberado del lenguaje rompe el contrato básico entre las personas, o sea, el acuerdo tácito sobre el uso apropiado de las palabras. Con lo cual, ustedes, señores del PP, y un servidor, no tenemos nada más que decirnos.
En el banquillo de los acusados encontraríamos a muchos periodistas, y como efecto colateral de nuestra desidia convertida en votos, a políticos de diversos partidos. Éstos, siempre ávidos de nuevas experiencias lingüísticas, han incorporado a la generosidad vocacional de su magisterio expresiones tales como: «Mentir no es un delito».
El filósofo Confucio escribió en un azucarillo: «Yo no puedo evitar que me mi

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