Las lágrimas de Gustavo Costas , aquellas que intentó disimular en la conferencia de prensa que brindó con la voz quebrada, afloraron en un vestuario desolador . El técnico estaba -y está- golpeado porque s entía que la Libertadores era posible . Por eso se la jugó después de la derrota en Río de Janeiro. “Vamos a ir a Lima” , aseguró. No pudo cumplir con el objetivo, mucho menos con el sueño que persigue desde que era la mascota del equipo de José , el único campeón continental de la historia celeste y blanca.

Ahora, restan tres fechas del Torneo Clausura y la premisa es clasificarse a los playoffs, pelear el título y lograr el boleto a la competencia internacional de 2026. Y también, queda una pregunta que, por ahora, no tiene respuesta: ¿el entrenador continuará en Racing el

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