 
Este caluroso verano que acabamos de dejar atrás no sólo ha sido duro, sino también trágico: entre el 16 de mayo y el 30 de septiembre se produjeron 3.832 fallecimientos atribuibles al exceso de temperaturas en España, cifra que supone un aumento de cerca del 88% respecto a las 2.042 muertes vinculadas al calor extremo del pasado 2024.
La mayor parte de las muertes (casi el 96%) fueron de personas mayores de 65 año , y más de la mitad (65%) correspondieron a mayores de 85 años. Por sexos, se aprecia una mayor mortalidad por calor en el caso de las mujeres, con 2.276 decesos (más del 59%) frente a los hombres —1.556 muertes en este caso, lo que supone cerca del 41%—.
Todos estos datos proceden del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo), que también indica que el mayor número de muertes se produjo en agosto (2.184) , seguido de julio (1.060), junio (407), septiembre (173) y la segunda quincena de mayo, donde únicamente se registraron 8 fallecimientos.
Alto riesgo
El Ministerio de Sanidad ha sido el que ha hecho pública toda esta información, recogida también en el informe final de la campaña 2025 del Plan Nacional de actuaciones preventivas de los efectos del exceso de temperaturas sobre la salud.
Sanidad también ha destacado que durante el pasado verano se registraron 870 episodios de nivel 3 (alto riesgo por calor extremo), «lo que representa un incremento del 73% respecto al mismo periodo de 2024, cuando se notificaron 501 episodios», explican desde la cartera ministerial.
El informe también confirma 25 fallecimientos por golpe de calor en distintos puntos del territorio nacional. «En la mayoría de los casos, las personas afectadas presentaban factores de riesgo (como enfermedades crónicas o uso de medicación sensible al calor), condiciones de exposición laboral o de ocio, y situaciones sociales vulnerables como vivir solas o en viviendas sin climatización», destaca el ministerio.
Mortalidad y calor
La situación española no difiere esencialmente de la que sufren la mayoría de los países, que se enfrentan a esta misma realidad de unos veranos cada vez más largos y extremos debido a la influencia del cambio climático. Un panorama complejo que exige tomar medidas efectivas que pongan freno a nuevos repuntes de la mortalidad asociada al excesivo calor.
Un reciente estudio científico de un equipo internacional, publicado en The Lancet , afirma que los árboles pueden ser unos inmejorables aliados en esta lucha global contra las altas temperaturas, especialmente en las ciudades.
El trabajo asegura que el aumento de las zonas verdes en un 30% podría haber evitado más de un tercio de todas las muertes relacionadas con el calor en el mundo entre 2000 y 2019. Estamos hablando de un total de 1,16 millones de personas que podrían haber salvado la vida de haber residido en ciudades con más presencia de árboles y vegetación.

Reducción sustancial
Este es el primer estudio que analiza la influencia de las zonas verdes sobre las temperaturas diarias y también sobre la relación existente entre calor y mortalidad. « Una mayor vegetación podría reducir sustancialmente la mortalidad relacionada con el calor. Preservar y expandir la vegetación podrían ser estrategias potenciales para reducir la temperatura ambiente y los impactos de la exposición al calor en la salud», aseguran los científicos.
Los autores de este trabajo también pronostican un futuro con más fallecimientos por el calor debido al cambio climático: «Entre 2000 y 2019, la exposición al calor se asoció con 0,5 millones de muertes al año, lo que representa el 0,91% de la mortalidad mundial».
«Se espera que el cambio climático agrave aún más este problema, con proyecciones en 23 países que indican que el exceso de mortalidad relacionado con el calor podría aumentar del 0,3%-1,7% en la década de 2010 al 2,5%-16,7% en la década de 2090 en los escenarios de calentamiento global más extremos », se alerta en el paper .
Zonas verdes
Para analizar los vínculos entre calor y mortalidad se emplearon datos de 830 localidades de 53 países. Por otro lado, las zonas verdes se midieron a través del Índice de Vegetación Mejorado (EVI, por sus siglas en inglés), un indicador basado en imágenes de satélite que sirven para comprobar la cantidad, densidad y salud de la vegetación.
Según los investigadores, la relación entre EVI y mortalidad por calor es inversamente proporcional: más zonas verdes arboladas significan menos decesos por calor. Incluso con un incremento muy limitado de la vegetación del 10% en las ciudades se habrían salvado unas 860.000 vidas en el planeta, aseguran estos cálculos
Dicha cifra aumenta hasta los 1,02 millones de fallecimientos evitados si la subida del EVI alcanza el 20%. Y en un escenario de incremento de las zonas verdes del 30%, esta mortalidad se vería reducida en 1,16 millones, lo que supone más del 36 % de todas las muertes relacionadas con el calor entre 2000 y 2019.

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