En Badajoz hay dos pedanías que comparten una singularidad poco habitual: sus cementerios existen pero nunca se han usado . Los habitantes piden su recuperación para poder visitar a sus seres queridos sin salir del pueblo.
El camposanto de Alcazaba se construyó en los años 70 pero jamás se ha enterrado nadie. En Alvarado, con un cementerio construido también hace más de medio siglo, ocurre lo mismo.
Este último se encuentra a las afueras del pueblo, a un kilómetro de distancia, en una zona conocida por los vecinos como 'los huertos' de las casas de los obreros, pero allí solo queda el recuerdo .
“Solo se mantienen dos paredes”
“ Está desvalijado, no hay nadie enterrado, si acaso algún animal ”, relata Rosario Torres, vecina de 59 años en la pedanía. “No tiene ni nichos, a

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