La vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca parece haber puesto a la región en el foco geopolítico de Washington, aunque nunca ha estado realmente fuera de él.

“América para los americanos”, declaró en 1823 el para entonces presidente de EE.UU., James Monroe. Era un mensaje para las potencias europeas, a las que se advertía que Washington no toleraría más colonizaciones ni “gobiernos títeres” en el continente, que ya en aquellas fechas había considerado como su área de influencia exclusiva.

Menos de un siglo más tarde, esa directriz había ascendido al estatus de doctrina y en 1904 fue complementada con el bien conocido corolario Roosevelt, que habilitaba al país norteamericano a “ejercer el poder policial internacional en casos flagrantes de tales irregularidades o impotencia”, según reza

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