Hace tres años, Hannah McGrath se sentía más desanimada que nunca; no tenía trabajo y mantenía una relación solo para poder pagar el alquiler en Los Ángeles. “Me sentía muy, muy perdida”, dijo.

Ahora, a cientos de kilómetros del país donde nació, dijo que se ha encontrado a sí misma.

“Para mí, y para muchas otras personas, la Ciudad de México es el lugar donde se hacen realidad los sueños”, dijo McGrath, de 35 años. “No hay nada más que posibilidades y potencial”.

Miles de mujeres extranjeras, muchas de ellas estadounidenses, se han establecido en Ciudad de México desde la pandemia, en busca de oportunidades, de un lugar asequible para vivir o de una reinvención total. Sus trayectorias suelen ser un reflejo de la de McGrath: infelicidad, crisis, seguidas de un acto de fe —con un billete

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