Para mi prima María Félix Pérez Raimond,

con gratitud por acompañarme en el hallazgo

de lo que fuimos y seguimos siendo

La bruma nocturna de Barquisimeto parecía tener memoria propia: se pegaba a las fachadas, al empedrado y a los hombres que caminaban con la cabeza alta. En esa atmósfera de rocío y rumores se movía Juan Bautista Yepes Gil, figura de porte severo, voz cortante y manos acostumbradas a dirimir cuentas —tanto comerciales como pasionales— al filo de la pistola.

Donde él entraba, la conversación se acallaba; donde pasaba, el respeto se contagiaba de un matiz que rozaba el miedo. Su vida fue un compendio de linaje, fuego y contracorriente; su muerte, una página sangrienta que la ciudad aún susurra cuando la noche es densa.

Linaje y descendencia rebelde

La historia de los Y

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