El golpe de calor final. Ese es el momento en que una simple patata se transforma en una obra maestra culinaria, crujiente y dorada. Lejos de ser un arte reservado a unos pocos elegidos, conseguir esa textura soñada en casa depende de una técnica precisa: la doble fritura. Este método de dos fases es la clave de la textura perfecta , un proceso que separa la cocción interna del sellado exterior para un resultado impecable.
De hecho, la primera fase de cocción se realiza a una temperatura moderada, rondando los 140 °C. Durante unos siete u ocho minutos, las patatas se cocinan lentamente, sin prisa, buscando ablandar el interior del tubérculo . El objetivo en esta etapa no es dorar, sino asegurar que la patata quede tierna y completamente hecha por dentro, preparando el terreno para el

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