En el otro lado del micrófono, Megyn Kelly, con su voz firme de quien ha visto pasar décadas de espectáculos mediáticos, no se quedó callada. “Se ve todo”, dijo, con la misma certeza con la que alguna vez condenó a celebridades por cosas mucho menos visibles. Pero mientras ella hablaba de lo que se veía, Sweeney hablaba de lo que no se había dicho: la presión de ser mujer, de tener que elegir entre ser tomada en serio o ser mirada. Y en ese cruce, muchas mujeres latinas, especialmente las que crecieron entre dos mundos, se reconocieron.
En redes, los comentarios se dividieron como la frontera en una tarde de verano: por un lado, quienes gritaban “¡Esto es libertad!” y publicaban fotos de sus propios corsés, con mensajes como “Mi cuerpo no es un pecado, es mi voz”. Por el otro, quienes rec

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