El jazz más puro siempre miró de reojo al Caribe , enamorado de la frescura y la rapidez, pero también de los momentos de emoción del bolero, como pasaba con la bossanova. La midad del siglo XX consolidó este género híbrido, esta fusión de la pureza africana con los sones del malecón y, por supuesto, con el swing y el be bop , los anclajes del jazz . Y así, los incondicionales siguen recordando los discos del mítico grupo Irakere, el desarrollo discursivo de Paquito D’Rivera o la pasión que sintió por este encuentro de músicas uno de los grandes maestros, Dizzy Gillespie . Muchas de estas grandes estuvieron en cartel del festival en otro tiempo. Ahora estamos ante prodigios de tercera o cuarta generación, como es el caso del pianista Harold López-Nussa , que aporta una fu

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