El contacto físico es fundamental a lo largo de la vida , desde el nacimiento hasta la muerte. Se sabe que las caricias, los abrazos, el contacto erótico sexual estimulan receptores de la piel y la liberación de hormonas y neurotransmisores que bajan la ansiedad, protegen al sistema cardiovascular, mejoran el sueño y el estrés.
La pandemia de Covid-19 puso en evidencia este síndrome de privación de contacto y sus consecuencias. Desde el punto de vista psicológico la distancia entre los cuerpos aumenta la ansiedad , el estrés, y el malestar subjetivo (baja estima, aislamiento, sentimientos de inferioridad, irritabilidad, síntomas hipocondríacos, reclamos a los demás, et.).
El hambre de piel o de contacto centra la atención en sí mismo (como lo haría un narcisista, solo

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