El caso del intento de asesinato del senador Miguel Uribe Turbay, ocurrido el pasado 7 de junio, ha tomado un giro alarmante tras la divulgación del testimonio del sicario, un menor de 17 años sentenciado por el crimen. Su relato detalla un sofisticado esquema de coacción criminal y plantea serias acusaciones sobre la presunta complicidad de miembros de la fuerza pública y el esquema de seguridad del propio dirigente político.

El joven, quien inicialmente trabajaba para la venta de drogas, describió cómo fue forzado a ejecutar el atentado tras una serie de llamadas y encuentros atípicos con sus contactos, identificados con los alias de «el Caleño» y «el Costeño» (o «Chipi»).

La Coacción como Arma Principal

Según la declaración del menor, las dudas surgieron cuando le ordenaron borrar to

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