Tegucigalpa – Hoy, Día de los Fieles Difuntos, fecha sagrada donde el velo entre la vida y la muerte se adelgaza, miles de hondureños abarrotaron los camposantos con flores, velas y oraciones que fueron depositadas en las tumbas entre el recuerdo y la esperanza.
En medio de la nostalgia que aprieta el pecho, brota una esperanza tenaz para todos los hondureños que hoy honraron a los que ya partieron del mundo terrenal.
Desde el amanecer, las avenidas que llevan a los cementerios generales de Tegucigalpa, Comayagüela y San Pedro Sula se llenaron de familias enteras.
Madres con rosarios entre los dedos, niños que por primera vez preguntaron por el abuelo ausente, y jóvenes que, entre selfies y anécdotas, redescubrieron historias olvidadas.
La muerte no tiene la última palabra
El carden

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