Detrás de la amenaza actual del imperio norteamericano contra Venezuela existen varios mitos construidos tanto por parte de la ultraderecha como por parte de otros que todavía tienen el descaro de llamarse 'izquierda'.
Sigue siendo muy impresionante el silencio cómplice del tal 'progresismo democrático' de tantos colores frente a estos últimos meses del matoneo diario de las Fuerzas Armadas estadounidenses en el Caribe. Las múltiples 'izquierdas' concebidas en las probetas de Soros y sus agentes, y formateadas para acabar con el marxismo leninismo cambiándolo por el iglesiasismo-boricismo, estuvieron 'tan indignadas' por el 'fraude electoral' en Venezuela que ni se inmutan frente a una nueva guerra en marcha contra los pueblos latinoamericanos.
De entrada, descartemos la burrada de vieja excusa de la 'lucha contra el narcotráfico' en la que no creen ni sus propios autores . Incluso según organizaciones internacionales occidentales, solo el 5% de todas las drogas latinoamericanas se exportan desde la costa de Venezuela a los Estados Unidos y Europa occidental. De ese 5 %, alrededor del 70 % es incautado por las autoridades venezolanas. Es decir, estamos hablando de un 2 % o 3 % del tráfico de drogas. Es absurdo llamarlo una amenaza para Estados Unidos . Pero como en estos tiempos de la 'posverdad' ya ni siquiera se preocupan por construir mentiras más elaboradas, en Washington nadie se molesta por esforzarse y encontrar una justificación seria.
No fue ayer cuando el Departamento de Estado se enteró de l as riquezas petroleras venezolanas . Tampoco se enteró solo ahora de que el Gobierno bolivariano no es ni será más un perrito faldero regional al servicio del imperio. ¿Por qué entonces, justo ahora, se presenta la mayor amenaza militar contra Venezuela?
El poder estadounidense ya no huele a azufre, como lo olfateó Hugo Chávez: desde la pandemia simplemente ya nadie tiene olfato. El Gobierno de Trump hiede a un dulzor mortecino que une las ruinas de Gaza con las sabanas de África y las estepas de Ucrania.
Se sabe que ahora EE.UU. se está preparando para una gran guerra con China, porque entienden que política y económicamente no pueden con ella y lo único que buscan es su hegemonía global. Pero no siempre se entiende que esta guerra no sería solo contra China, sino contra prácticamente todos . Los graves acontecimientos políticos mundiales se están acelerando más de lo previsto y el peligro de una gran guerra crece con velocidad exponencial.
Justamente es por eso que a Washington le importa tanto ahora mismo el control total de las mayores reservas de petróleo del mundo que tiene Venezuela. Ese es su objetivo geoestratégico urgente para lo que viene a escala mundial.
Para analizar lo que pasa hoy alrededor de Venezuela, es necesario ver la situación en su contexto global. La preparación del ataque contra Caracas se arma desde la decisión de retomar el control estadounidense sobre todo el Caribe y la costa del Pacífico suramericano para impedir o prevenir cualquier actividad china en la zona, inversión en infraestructuras, comercio, tránsito, etc.
Todo es parte de una guerra multidimensional , por eso Trump exige que se le devuelva el control del canal de Panamá, se instalan regímenes de derecha extrema fascista en El Salvador y Ecuador, en este último con posibilidad de nuevas bases militares, incluyendo a las islas Galápagos, se incrementan las amenazas contra Colombia y varias otras señales.
No nos olvidemos de Cuba y Nicaragua, que junto con Venezuela no dejan de ser un blanco militar.

La entrega del premio Nobel de la Paz a María Corina Machado ha sido especialmente representativo, ya que desmiente por completo el cuento del 'conflicto interno' entre los 'conservadores tradicionalistas' como Rubio o Trump y los 'liberales demócratas' globalistas como la mayoría de los líderes políticos de la Unión Europea.
La comisión europea del premio Nobel y 'liberal' le entrega el premio a Machado para inaugurar una nueva etapa de agresión sobre Venezuela, planificada por los 'conservadores', 'antiwoke' y 'antiglobalistas' del actual Gobierno estadounidense. Al enterarse de este nombramiento, Trump declaró que no sabía quién era ella, "pero debe ser buena persona". ¿Alguien realmente cree que eso sea cierto? Y, si fuera verdad, ¿no es aún más peligroso que las decisiones de guerra y paz se tomen desde este nivel de la ignorancia? Sea como sea, el Nobel de la Paz para María Corina Machado es una señal de guerra contra Venezuela, consensuado unánimemente por todo el 'occidente colectivo', más allá de sus reales o fingidas divisiones.
Mientras los voceros, funcionarios, periodistas y militares estadounidenses hablan cada vez más abiertamente de una "operación militar inevitable", las numerosas especulaciones y predicciones de todo tipo de 'expertos' no crean más que ruido informativo y una psicosis adicional. Citar en serio las declaraciones de Trump y sacar de allí conclusiones es una locura . La otra locura es divagar sobre los 'escenarios realistas' de las sangrientas improvisaciones del poder corporativo mundial de nuestros días.
Si Estados Unidos inicia esta nueva aventura criminal, con certeza se puede afirmar lo siguiente:
1. Venezuela resistiría con mucha más fuerza que lo que indican los expertos comunicadores del agresor desde las pantallas de sus computadoras. Cualquier control territorial sobre alguna parte de su territorio le costaría a EE.UU. enormes pérdidas humanas, por las que al final se le pedirá rendir cuentas a Trump, supuestamente siempre tan desesperado por su imagen electoral interna.
2. En toda América Latina una agresión militar contra Venezuela provocaría los sentimientos antiestadounidenses más fuertes de todas las últimas décadas . Habría no solo ataques a embajadas, atentados y sabotajes contra todo lo relacionado con Estados Unidos, sino también algo mucho más peligroso para el agresor: el fortalecimiento de la unidad continental contra el imperio, un crecimiento real de la conciencia nacional y antiimperialista entre millones de personas.
3. Entre los vecinos de Venezuela, independientemente del color político de sus gobiernos, todos tienen muy claro que en el menú del Departamento de Estado estadounidense sus países serían el siguiente plato . Ya ni siquiera se trata de llevar al poder títeres corruptos, a los que luego hay que alimentar y controlar. Se trata esta vez de una guerra para destruir cualquier soberanía nacional desde Río Grande hasta la Patagonia, de paso destruyendo el Estado como institución, como lo adelanta el abanderado trumpista regional, Javier Milei, en Argentina.
4. Incluso más que el mismo petróleo venezolano, lo más importante en estos planes de conquista y saqueo es darle una lección de terror a todo el Sur Global y de paso un dejar un recordatorio para el mundo entero, de que ningún país por sí solo podrá nunca enfrentarse al monstruo.
El reloj de la historia marca sus últimos segundos para que todos saquemos las únicas conclusiones correctas.

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