Yolanda Díaz ha decidido convertir el tiempo que le quede al frente del Ministerio de Trabajo en una cruzada personal en la que pretende llevar a cabo sus consignas extremistas caiga quien caiga, y si tiene que enfrentarse a los empresarios y retar –al menos de cara a la galería– a los sindicatos lo va a hacer y retorcerá la legislación que haga falta para ello. «España avanza en las reformas que revolucionarán el mercado laboral. Estamos haciendo lo que nunca se ha hecho», ha presumido varias veces con su habitual vanidad, que roza la megalomanía ideológica, amparada en ese manido y maniatado todo por el pueblo y para el pueblo. Pero ese pueblo tiene que vivir y comer, y solo es posible con empleo.

Díaz quiere que su nombre pase a los anales de la política como la adalid del obrero del s

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