En el corazón de Washington, al que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, regresó el pasado mes de enero, una nueva versión del poder parece abrirse paso dispuesta a dejar huella. El líder republicano no se conforma con detener guerras, anunciar aranceles o fortalecer sus relaciones diplomáticas con sus aliados, sino que también se erige como constructor en jefe para remodelar la Casa Blanca. Y es que el magnate ha llevado a cabo múltiples planes de renovación que van desde remplazar baños que no le gustan o planificar un Arco del Triunfo en la capital bajo el amparo de una ley de 1964 que le permite hacer cambios estéticos y estructurales.
Desde su vuelta al poder, el mandatario norteamericano se ha empeñado en dejar su firma visible en cada rincón de la sede del Ejecutivo estad

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